Derribo

La Ley de Costas aprobada por el Parlamento español en 1988 había estado implacable. Empecinada a devolver a la ciudadanía los kilómetros de playa que el insaciable sector inmobiliario había desplegado en el litoral, no había habido un solo verano en que la Administración no anunciara su propósito de derribar alguna instalación de la playa que incumpliera su normativa.

La movilización de los propietarios de los locales y de los vecinos del barrio y otros ciudadanos que defienden los merenderos como una cosa típica y entrañable que hay que salvar, no impide la entrada de la piqueta del MOPU culmine en mayo de1992 la demolición.

La Sra. Maria Lluisa “Mari” del entonces merendero Costa Azul recuerda como se plantó ante la escabadora encarándose con el propio director de la policía conocido como “El Lobo” que la intentaba apartar. 

Los propietarios de los populares locales no recibieron ninguna indemnización que los habían prometido, centenares de empleados pierden su trabajo de la noche a la mañana y la economía del barrio, especialmente el mercado y las tiendas que proveían a los merenderos, se resienten. Una ruina económica y emocional. 

Con la excusa de abrir esta acabada de estrenar Barcelona olímpica en el mar se derruyó, una vez más, parte de nuestra historia.

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