Can Ganassa

Un bar que es historia viva del barrio.

Los inicios

Abrió las puertas a principios del siglo XX como bodega, bar de tapas y tienda de ultramarinos. Era un local pequeño situado a la esquina de la calle San Miquel con Escuder, enfrente donde fue y es ahora.

Fue después de la Guerra cuando se trasladó a su definitiva ubicación. Todavía era bodega, con botas, barras de hielo y llenando sifones a la clientela, pero todavía sin cocina. Las tapas que se servían se preparaban en el piso de arriba donde vivía la familia Ganassa. Tapas sencillas con producto bueno y de calidad: Anchoas “limpiadas como nadie” -decían-, tacos de atún en aceite de oliva, mejillones al vapor con mayonesa y el toque especial de huevo duro rayado o, entre otros, sus caracoles en salsa con un puntito picante.

Los fundadores fueron la Sra. Rosita y su marido el Sr. Josep Domingo, a los que ayudaban sus hijos Pepe y Juanito con apoyo de la hija Emilia. En el jefe de poco se sumaron las mujeres de los hijos, Ana y Rita respectivamente. Can Ganassa, todo una saga familiar!

Josep Domingo murió joven en uno de los viajes en Arenys de Mar, donde también llegaron a ser propietarios, no marineros, de las barcas de pesca la Santa Marta y la Santa Rosa.

 

Distribuidor de Damm y repartidores de hielo.

Emprendedores de nacimiento, la familia Ganassa también tenían un almacén de bebidas y sobre todo, siente durante años los distribuidores del barrio en exclusiva de las cervezas Damm, hasta hace pocos años en manos de Rita (Riteta a la familia), hija de Juanito y Rita.

En sus orígenes como bodega y durante muchos años después también servían hielo en barras que llevaban de la fábrica La Siberia de Pueblo Nuevo. Repartían a bares y restaurantes de la zona en camión con Vicenç “el valenciano” y el entrañable Pitu “el loco”, quien a pesar de sus circunstancias era hombre fiel al trabajo y familia. También servían el hielo en carro a mano por las hombreras Lorenzo con ayuda de Salva, hijo del siempre presente camarero en Salvador Reyes.

El año 1972 amplían el local con la consiguiente reestructuración: reubicación y ampliación de la barra, instalación de cocina propia en el interior, diversificación y crecimiento de la oferta de comidas. En resumen, la antigua bodega deja al bar-restaurando que conocemos.

Los hijos de los fundadores Pepe y Juanito murieron no muy grandes y Ana, la viuda de Pepe “Pepito” traspasó el local en 1975. Se acaba una etapa prácticamente 75 años de negocio familiar, pero afortunadamente el espíritu del Can Ganassa se mantuvo gracias a la visión y respecto de los posteriores propietarios.

Referente del barrio.

El Can Ganassa siempre ha destacado como un auténtico referente social de la Barceloneta.

Durante décadas, Can Ganassa fue el único bar de la Plaza San Miquel (así le diremos siempre los autóctonos) y centro de encuentro en la hora del vermut y en la salida de misa. Todos los bautizos, comuniones, casamientos y, sobre todo, entierros, acababan al Ganassa.

Como no, fue el local social durante muchos años del coro Los Barretaires.

Un hecho que quizás pocos sabrán, es que en la década de los 40-50, en un rincón del antiguo bar, los fines de semana una variada oferta de espectáculos con, entre otros, juegos de manos y cantantes.

El mismo Can Ganassa.

Respeto. Este es el concepto que tiene muy claro el actual propietario, en Rachid Zahi. Respeto por un local que es historia viva del barrio, respeto por una cocina que es uno de los valores de la Barceloneta.

Y este compromiso para mantener el rescoldo del Can Ganassa de siempre es reconocido por muchos de aquellos clientes. Como el mismo Salva Reyes, memoria viva del local, que son fieles a un establecimiento que es parte de su propia historia vital.

Agradecimiento:

Queremos dar un especial reconocimiento a quien nos ha explicado tantas cosas que no cabrían en una sola revista: En Salva (hijo) Reyes Soler. Aquel chico que, subido a una caja vacía de cerveza para poder llegar al azulejo, se empezó a ganar cuatro “duros” limpiando los “casquillos” de la cafetera y llenando sifones, bajo la atenta mirada y siempre la sonrisa de su padre Salvador.

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