Mosén Pau Caldés – Un hombre bueno

Toda una institución en La Barceloneta. Fue mucho más que el párroco de la Iglesia de San Miguel durante casi cinco décadas.

Pau Caldés Claret nació el día 23 de diciembre de 1916 en Terrassa y murió tres días antes del día de Navidad de 2015. Entre Navidad y Navidad pasaron 99 años, prácticamente 100. Una vida apasionante de la que destaca su trabajo como a párroco del barrio durante casi sesenta años. Fueron muchos años bautizando, congregando, casando y dando la extremaunción a generaciones de vecinos del barrio.

Pero Mosén Pauo no se conformó con ejercer sus funciones estrictamente clericales. Con ellas se habría ganado sólo los feligreses que acudían a la Parroquia de Sant Miquel, pero para canjearse el cariño y la admiración de incluso los residentes más agnósticos y ateos del barrio hay que hacer mucho más. Y Mosén Pau lo logró porque estuvo siempre junto a sus vecinos. Apoyando en las diferentes reivindicaciones de carácter social, ayudando a los más necesitados. Sin monsergas, sin preguntar por la fe o las  creencias.

Su aspecto frágil escondía a un hombre fuerte que conocía bien a sus vecinos, porque se preocupaba por él. Por la salud de la gente mayor y por los problemas de los jóvenes.

Feliz con poco

No necesitaba mucho para ser feliz. Amante de la música clásica, ordenado, manitas del bricolaje, Mosén Pau hablaba inglés i francés perfectamente. Era capaz de apasionarse por cualquier tema hasta convertirse en un perfecto experto. Como cuando viajó a una almadraba de atunes en Francia. Era la primera vez pero se quedó tan fascinado que no paró hasta hacerse un verdadero especialista en esta materia. Por eso, sin pretenderlo, fue una de las personas que más han influido en nuestro barrio. Éste fue Mosén Pau, un hombre bueno.

«¿Quién me necesita?»

Historias de Mosén Pau habría infinidad. Junto a personas que le conocieron de primera mano, como Pilar Malla, Rosalia Sestriques , Vicens Forner, la periodista Olga Merino y, sobre todo, Lolita Pombau , destacamos algunas.

Perseguido por defensor de las libertades

Durante la Guerra Civil, en su etapa de seminarista, salvo la vida haciéndose pasar por estudiante de medicina cuando le detuvieron los republicanos. No sabía nada de medicina y tuvo que disimular asistiendo en operaciones o cosiendo heridos en la frente. Casi desmayándose ante tanta sangre. O cuando acogió a libertarios perseguidos por las autoridades franquistas jugándose la sotana y la cárcel o algo peor.

Huelga de portuarios

También hay que recordar cuando durante una dura y larga huelga de portuarios, abrió las puertas de la iglesia para que se cerraran las mujeres de los obreros en señal de protesta.

Primero los demás

El poco sueldo que ganaba le daba en prisiones u otras causas. También, desde joven, tomó la iniciativa de que los rectores en activo destinarán una pequeña donación mensual para crear una residencia para los clérigos jubilados. En esta residencia vivió él sus últimos años en Les Corts. En La Barceloneta, de la que decía que “es un barrio humilde, pero alegre, donde se celebraba todo”, supo desde el primer día que era necesaria más acción que predicación.

Mosén Pau gestionó el grupo de ACO ( Asociación Católica Obrera) y creó el grupo de esplai (escoltas) “Bons Amics” (“Los Buenos Amigos”), organizando festivales, excursiones y todo tipo de actividades para los jóvenes del barrio. Como las convivencias o colonias que organizaba en un antiguo molino que él mismo y los chicos restauraron en el pueblo La Vella de la Conca, junto a Guissona.

Lolita Pombau

Natural de Vera de Bidasoa (Navarra), estuvo junto a su marido, la mano derecha durante casi 50 años. Desde 1954 se cuidó de él llevándolo al médico, cocinando, planchando y lavándole la ropa, especialmente las batas azules que se ponía para hacer sus chapuzas.

Pues Mosén Pau era un verdadero manijas, tanto era si reformaba una instalación eléctrica, como si restauraba las cenefas doradas del columnado o fabricando todas las piezas de su orgullo de pesebre cortado casi todo a mano .

Lolita nos cuenta que como si fuera ayer rememora cuando Pitu Cubedo , el de las zapaterías, la detuvo unos días después de morir en Mosén y le dijo: “sabes que no creo en santos ni religión , pero por favor, me puedes dar una foto de Pablo. Quisiera tenerlo a mí lado , en la tienda , como cuando cada día teníamos nuestra tertulia y siempre me respeto aún pensando muy distinguido .” Así era Pablo y ojalá cunda su ejemplo de vida .

También Pilar Malla y Rosalia Sestriques , testigos muy cercanos a Mossèn Pau, destacan su carácter sencillo y bondadoso. «Se movía siempre por quien lo necesitaba «.

Margarita Bravo lo tiene muy presente a él y su hermana pasando a diario por el Herbolario que regentaba su madre en la calle de Sant Miquel, para comprar hierbas y que no faltara nunca el magnesio, que acompañaba por la mañana en ayunas con sus ajos crudos . ¡Pionero en las terapias naturales!

También recuerda cuando su padre, Cecilio, murió en trágico accidente como estibador una vigila de Reyes. Pau no dudó en estar en la calle horas en una madrugada muy fría, para acompañar a la familia en ese duro trance: “¿Dónde tenía que estar? Si no con quien me necesita”.

Mosén Pablo amaba mucho su iglesia, que tanto cuidaba. Pero más amaba al barrio y su gente, que creyesen o no, eran su real familia.

Lúcido hasta el final

A pesar de sufrir fuertes dolores de ciática y artritis, prefería no tomar la morfina o analgésicos que le recetaban por estar 100% consciente de ello. Mejor con dolores pero lúcido. Decidido a mantenerse activo y con inquietudes hasta el último día.

Oriol & Pau, un gran tándem

Después de su jubilación “oficial” se mantuvo en la parroquia ayudando a Mosén Antoni Oriol Vera , el nuevo párroco que al conocer que le destinaban a La Barceloneta puso una única condición: que Mosén Pau continuara a su lado.

Para Oriol, que supo heredar su carisma, Pau fue un maestro impagable y ambos formaron un equipo bien avenido y activo.

A los iluminados, del Nomenclátor

Muchas, muchísimas horas de conversación sin intención de convertir el ateo por un lado ni tentar al creyente por otro. Simplemente hablar, escuchar y aprender mutuamente. Así forjaron su amistad Pau y Vicens. Un “buen cliente” al que bautizó, dio la comunión, casó e incluso dio la extremaunción. Y que hoy reivindica a su manera ese recuerdo para Mosén Pau u otros que tanto hicieron por el barrio.

Desde que puso el precio del papel en lugar de comprar el diario me entero de las noticias por el ancestral sistema de parar la oreja.

En la antigüedad los indígenas lo hacían en torno a una hoguera, yo prefiero hacerlo mientras tomo café en alguna cafetería de la Barceloneta.

Hoy en una terraza del mercado justo frente a Cafés Salvador me ha llegado un rumor, -en este barrio los rumores son sentencias-. La noticia en cuestión es que se le pondrá una placa «honorífica» a Bernardo Cortés -Palomino para sus amigos – si los tenía-. En la Barceloneta nos preguntamos quién decide si el personaje en cuestión es merecedor de ese honor. En muchos casos son los ciudadanos, o los vecinos los que soliciten este reconocimiento de la persona en cuestión, como se hizo con la plaza Antonia Vilàs , la calle Emilia Llorca, o la plaza Hilari Salvadó o todos ellos con una trayectoria por a todos reconocida, otros como la calle Pepe Rubianes no tanto. También Ferrand Lesseps y Anselm Clavé tuvieron su placa. Carmen Amaya, la mayor bailadora que el mundo ha conocido, una fuente.

Pero pienso y que me perdonen, «Palomino» no se ha relacionado con nadie de este barrio, a excepción de algunos propietarios de restaurantes de la playa a los que actuaba, no ha hecho ningún esfuerzo por socializar con sus vecinos, en fin puede ser me equivoco, pero creo que los iluminados, ya sean el Nomenclátor , o los políticos de turno deberían consultar a los vecinos de La Barceloneta antes de tomar unas ciertas decisiones que nos afecten, y ofenden la memoria de personas que sí merecen ese honor, como Mosén Pablo, Sor Genoveva Paco Jover, y muchos otros. 

Se lo debemos a todos ellos. Y a los iluminados del Nomenclátor decirles que “rectificar es de sabios”.

Vicens Forner

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