Los talleres nuevo vulcano

Taller d'història de la barceloneta

Los Talleres Nuevo Vulcano, una de las fábricas más importantes de nuestra barriada, junto con la Maquinista Terrestre y Marítima, fue la primera fábrica al dedicarse a la construcción de máquinas de vapor.

La historia, de más de un siglo, verá reflejados todos los acontecimientos tanto sociales como económicos, que se produjeron entre los siglos XIX y XX. Los Talleres Nuevo Vulcano, a partir de ahora TNV, fue fundada, en 1833, por Joan Reynals, empresario nacido en Calella, con el nombre de Compañía Catalana de Vapores, la primera empresa de vapores marítimo, que tenía como socios la familia Villavecchia, los Fontanellasy los Bacardí. La Compañía Catalana de Vapores, en el mismo año de ser fundada, pidió una concesión en el Moll de Levante para instalar un taller de reparación y calderería, que el capitán General de Cataluña le otorgó en 1834. Sería en estas instalaciones, situadas en el Moll Nuevo del Puerto, donde se construirían dos naves alargadas ubicadas a lo largo de la calle de muelle. Será en estas instalaciones donde también, se construiría el primer barco de vapor español, de nombre Delfin, en 1834, que hará la ruta Barcelona-Mallorca.

Por diferentes circunstancias, la empresa Compañía Catalana de Vapores fue liquidada en 1841 y transformada en la sociedad Navegación e Industria, con el fin de diversificar los objetivos y ampliar el capital social. Para conseguirlo puso en explotación algunas posesiones carbonífera y adquirió los Talleres Nuevo Vulcano, con sede en la calle Alegría 69-71, una antigua fundición que hacía calderas y que disponía de una superficie de más de 2.000 m². Con esta adquisición, la fábrica quedó completa con dos empresas, una los TNV que se dedicarían más a la construcción y reparación de barcos, manteniendo su independencia y la Navegacion e Industria, más destinada al transporte. Para ayudar a poner en marcha su actividad, se construyeron dos diques, uno de seco y otro de flotante, destinados a la reparación, el mantenimiento y la construcción de barcos.

Trabajar por el Ministerio de Marina

El año 1846 recibió el primer encargo de importancia: la sustitución de las calderas, las chimeneas y la reparación de las carboneras, del barco de la Armada, el Piles. Por la magnitud del encargo, se decidió hacer un contrato, en exclusiva, con la Administración. Posteriormente, la fábrica pasó a trabajar para el Ministerio de Marina.

Todo el que quedaba de aquel siglo, TNV, iría trampeando las diversas crisis económicas y las sucesivas guerras carlistas, sufriendo, directamente, los acontecimientos y la bajada de la producción naval. En momentos bajos, volvía a dedicarse a las máquinas de vapor, sobre todo, produciendo, para la industria algodonera, en los inicios de la mecanización de las fábricas. El 1861 le llegará un encargo para construir cuatro grúas giratorias destinadas al Puerto de Barcelona, para la realización de los trabajos de construcción de los diques este y oeste. El año 1870, con la venta de doscientas máquinas de vapor, aumentó la plantilla en dos-ciento obreros.

Las farolas del Paseo de Gracia

Como fundición elaboró la valla de hierro de la Ciutadella, en 1876, con un Antonio Gaudí muy joven, que trabajaba para el arquitecto Fontserè. El año 1906, fabricaría las farolas del Paseo de Gracia diseñados por el arquitecto Pere Falquès y Urpí, los cuales se pueden ver las marcas del logotipo de TNV, y en 1907 haría la cubierta de la nave de la fábrica Aymerich, Amat y Jover de Terrassa situada en la rambla de Egara.

Hay que destacar, que las tres familias impulsoras de la primera fábrica, los Bacardí, los Fontanella y los Villavecchia, continuaron teniendo peso durante años, y también, que el 1916, de los diez consejeros, cinco eran mujeres: Amalia de Mora, Florentina Santamaría, Concepción de Bacardí, Rosa Ricart y Josefa Linati, algunas de ellas descendente de estas familias. Sería juntamente el 1916 que se crearía la CompañíaTransmediterránea con un capital de ciento millones de pesetas. Los fundadores, los navieros valencianos Juan José Dómine y Vicente Ferrer Peset y los catalanes Joaquin Maria Tintoré y Enrique Garcia Corrons de Navegación Industrial.

Unión Naval de Levante

El año 1923, TNV, continuó vinculada al sector naval, se separó de la Transmediterránea y creó la Unión Naval de Levante que integraría los TalleresNuevo VulcanoAstilleros y Talleres Gómez de Valencia y Astilleros de Tarragona creando, así, una gran empresa de construcción naval con centros en València, Tarragona y Barcelona. 

El año 1924 se desencadenó un incendio que destruyó buena parte de la factoría. El fuego se inició a la medianoche en la zona de carpintería y se propagó rápidamente. Alfonso XIII, que estaba en la Real Golf Club de Pedralbes, se personó, acompañado por el general Primo de Rivera, para visitar los daños ocasionados por el incendio y prometió la construcción de un nuevo taller. El incendio hizo que las instalaciones se remodelaran y se construyó un edificio más interior, donde hoy en día hay los talleres de reparación de grandes yates.

Durante la Guerra Civil, los astilleros serían colectivizados y el comité de Dirección pasó en manos de seis delegados de la CNT y la UGT. Se abandonaron todos los trabajos en curso y pasaron a fabricar ametralladoras y camiones de blindaje.

Objetivo de la aviación enemiga

No hace falta decir que fueron uno de los objetivos principales de la aviación italiana y alemana. Dos fueron los bombardeos fuertes que sufrieron: el del día 17 de agosto de 1937 por la aviación italiana, y el del día 23 de enero de 1939 por la alemana Legión Cóndor que produjo varios destrozos y algunos muertos. Estos daños fueron reparados, posteriormente, y se construyeron nuevas instalaciones, en la época de la posguerra, durante la cual se trabajó muchas horas para drenar el puerto y sacar los barcos bombardeados que estaban bajo las aguas e impidiendo las entradas al Puerto.

La reconversión industrial

En la década de 1980, con más de 2.500 trabajadores, la TNV, presentó un expediente de suspensión de pagos. Un año antes, la Comunidad Económica Europea decidió con la reconversión industrial reducir la capacidad constructiva en un 30% y la plantilla en un 50%.
Con los Juegos Olímpicos del 1992 la ciudad se abre en el mar y, entre otras obras, se remodela la zona portuaria donde se situaba Talleres Nuevo Vulcano, apareciendo una nueva concesión a Marina Port Vell 92 (MB92).

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