Los merenderos

Origen.

En el anterior número de Essència Barceloneta se explicó el origen de la cocina del barrio. El rancho marinero de “a bordo” de los pescadores y sobre todo las elaboraciones ya más cuidadas de las mujeres de la casa que cocinaban el pescado sobrante, evolucionó a las primeras casas de comidas, convirtiendo en negocio esa cocina casera tan apreciada. Era finales del siglo XIX cuando estas familias de pescadores aprovechaban parte de sus capturas para cocinarlas y ofrecerlas al público.

Así empezaron a surgir locales en primera línea de mar en una zona ubicada entre los Baños de San Sebastián y lo que en el futuro sería el inicio del Paseo Marítimo. En paralelo a la costa, tocando la arena allá donde acababan las calles del barrio, apareció un conglomerado de establecimientos de heterogénea y casera construcción, encajonados unos al lado de otros.

María Vellvé, madre de la familia Costa, recuerda como su madre y su abuela al ver que acudía mucha gente a la playa pusieron una primera mesa un verano para venderles pan y chocolate. El año siguiente ya ofrecieron mejillones y así poco a poco se fue llenando la zona de mesas que acabarían convirtiéndose en rudimentarios establecimientos. 

Tras el lógico paréntesis de la Guerra Civil, renacen con más empuje si cabe esos negocios. Como indica Jordi Tresserres, profesor universitario y director del LABPATC Laboratorio de Patrimonio, Creatividad y Turismo Cultural de la Universitat de Barcelona, “després de la Guerra Civil, l’estiu de l’any 1939 es tornen a reactivar amb un procediment de renovació de les llicències. L’agost de 1942, es publicava un anunci a la revista Destino amb els establiments oberts que combinen el nom de restaurants i “merenderos”: el restaurant Casa Costa-El Deporte; el restaurant Maria de Maria Rodríguez Fernández; el Restaurant Las Dos Hermanas de Maria Bellido Sargado (després serà el Merendero de la Mari); el merendero de La Maña, de Maria Ferruz Ordovas (Barcelona 22 d’agost de 1917- 7 de desembre de 2008); el merendero Popeye de Josefa Vera Martínez; el restaurant Andalucía en Cataluña de Pilar Alonso López; el merendero Mar y Playa de José Juan González; el Merendero La Dalia de Susana Vera (després serà L’Escamarlà); el Merendero La Aurora de Julián Montoya; el merendero El Salmonete de Catalina Prohens; y el merendero Sol y Sombra de Mariana Brió. Posteriorment ho faria el Costa Azul i El Avión.”

Todo un mundo peculiar y auténtico.

Estos xiringuitos o merenderos como popularmente se les conocía, tenían en la parte posterior que daba al mar terrazas con entarimados sobre la playa o con mesas directamente en la arena. Al principio no tenían divisiones laterales y estaban comunicados entre ellos. Las cocinas eran inicialmente de carbón y sólo uno tenía cafetera -el Hawai- al que el resto pedían los cafés para sus clientes. 

Neones, carteles pintados a mano, humo y un olor que alimenta, y las paneras de mimbre con hielo picado repletas de gambas, lubinas, merluzas, escamarlans y langostas, denominadas “cove”, una cesta plana de mimbre que hacía de  mostrador con los mejores productos para atraer a los paseantes. En esa época, manteles siempre de tela, camareros que asaltaban a los visitantes con más o menos gracia para persuadirlos a entrar a comer a su local o para aparcarles el coche, vecinos de toda la vida junto a turistas despistados y barceloneses que bajaban al barrio a saborear una cocina marinera auténtica. Todo amenizado por algún espectáculo o por el inolvidable Bernardo y su guitarra y un nada estricto horario de cierre nocturno.

Bajar a la Barceloneta a comer se convertiría en una atracción turística y en una costumbre para “los de Barcelona” y la gente del barrio. Paella, la genuina zarzuela o parrilladas de marisco y pescado degustadas en primera línea de mar, era algo que sólo se podía experimentar aquí.

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