Cómo cada año, por la Fiesta Mayor , saldrá el cañón por las calles de la nuestra barriada, disparando caramelos y haciendo que los chavales llamen al famoso: “señor párroco queremos el cañón”. Y cómo marca la tradición, será llevado por un personaje, vestido de general francés, que responde por el nombre de general Lagarto y que levantará el sable y llamará: “fuego!”, dando paso al famoso estridente de la tubería. Una tradición única a la ciudad y que muchas generaciones de barceloneses han hecho suya. ¿Pero qué historia tiene esta tradición tan nuestra?
Entre el vecindario, siempre se han explicado distintas teorías, cada una más estrambótica que el anterior : que había sido encontrado en un barco pirata hundido en el Puerto, que se incautó a alguna tropa napoleónica de la Guerra del Francés o que era un cañón abandonado, borbónico, de la guerra de Sucesión. Sólo nos hemos de acercarse al cañón por ver que ninguna teoría es cierta y que su utilidad siempre ha estado lúdica . Es a decir, el nuestro cañón nunca ha ido a la guerra.
Y cómo siempre pasa, la verdad, muchas veces, supera a la ficción. La verdadero historia estaba cansado de contarla el nuestro entrañable vecino Salvador Miquel, amante de la historia y la cultura, que recopiló, entre otras cosas, relatos, personajes, tradiciones y costumbres de nuestra barriada. Él recordaba que la paternidad de este elemento tiene nombre y apellido: Pancràs Farrell y el sede amigo Macario . Farrell , bisabuelo del Pep Parer, fotógrafo y vecino de la Barceloneta, era propietario del famoso restaurante Farrell , bien pronto conocido por Can Tipa, apodo por el cual se le conocía, al Paseo Nacional y que va fundar en 1886 .
Pancràs Farrell
El Tipa y el Macario , van pensar, amantes cómo eran de la juerga y las bromas, cuál hacer de nueva para hacerla muy grande. No se les ocurrió nada más ruidoso que encargar la construcción de un cañón pirotécnico para despertar a los vecinos a las ocho de la mañana, el día 29 de septiembre de 1915, Sant Miquel, Fiesta Mayor de la Barceloneta. Dicho y hecho, una vez conseguido el cañón, contrataron a un personaje aficionado a las bebidas espirituales , y, por cuatro reales, el vistieron de general francés, que va acompañar al cañón gritando a pleno pulmón: ¡fuego!, a la vez que levantaba una espada. Los niños al principio se va asustar, pero de enseguida se van añadir en la fiesta, tirándose por tierra haciéndose los muertes, cada vez que el general disparaba el cañón. No hace falta decir que todo el barrio se despertó con una gran salida, produciendo muchas quejas de los vecinos a la comisión de Fiestas , la cual se desentendió de este hecho. Van acabar todos en el cuartelillo y el cañón requisado a la rectoría.
Pero la cosa no va acabar aquí, y el año siguiente , en 1916, por la Fiesta Mayor, todos los niños de la Barceloneta, a la cual le había gustado mucho la iniciativa cañonera , va ir a pedir el cañón delante de la rectoría, que era dónde estaba requisado todo gritando: señor Rector, ¡queremos el cañón!.
Como no les hacían caso, en procesión , fueron a quejarse al Gobernador Civil, que, viendo el empeño de aquellos niños, ordenó al señor párroco que sacara el cañón, iniciando la tradición hasta nuestros días.
Por último, hacer mención, de los diferentes vecinos que han tenido ‘honor de llevar tan valiosa artillería cómo, van ser el Paco y el sede hijo Juan y anteriormente el Chato y el Frasquito . Pero no somos los únicos; en Catalunya existen cinco cañones pirotécnicos que también salen por las fiestas mayores de su pueblo, como son en Reus o en Roses.
Reportaje: Isabel Centeno .