Enriqueta Moyano, una de las pioneras

“Como la Esther Williams”

Enriqueta Moyano acaba en el agua porque un traumatólogo le dice que con las botas ortopédicas no bastaban para mejorar en sus problemas de piernas y columnas, y menos con la altura de la niña. “¡Qué pruebe a nadar!”.

“Y desde que me tiraron a la piscina, me di cuenta que el agua era mi elemento. Me sentía libre, ágil, feliz”. Enriqueta nadaba y competía especialmente en largas distancias hasta que descubre la natación sincronizada a los 13 años.

Era el año 1962 y ser nadadora no era fácil. Cada día había que coger el tranvía y el autobús para hacer hasta 3 sesiones diarias de entreno. Al llegar a casa por la noche “algunas vecinas comentaban a mi madre que pasarse tantas horas en la piscina en bañador y rodeada de chicos, era de frescas”. Recuerda Enriqueta.

“Y desde que me tiraron a la piscina, me di cuenta que el agua era mi elemento. Me sentía libre, ágil, feliz”.

Avanzadas a su tiempo

Esos inicios de la sincro contaron con el apoyo de una serie de patrocinadores (Damm, Pepsi Cola y la marca de bañadores Jantsen) para formar el Grupo Drink. Un conjunto de chicas que por los años 63 a 65 entrenan en la Sant Jordi, en Montjuïc y más tarde en Can Caralleu, en las instalaciones donde nacería el Kallypolis, club referencia de la sincronizada en nuestro país.

El Grupo era como una familia. Todos ayudaban, padres y novios haciendo de chóferes y llevando el material o madres cosiendo los bañadores que heredaban de unas a otras. “Recuerdo que el padre de Lolita Arias del Poble Nou se inventó unas pinzas de la nariz para su hija que acabaron copiándole todos los equipos de Europa”.

Campeonas como Núria Llacuna, María Rosa Julià, María José Bilbao -campeona de España durante 12 años- las hermanas Gloria y Montse Batalla o la propia Enriqueta Moyano, entre otras, son las pioneras de lo que entonces se conocía como “lo de la Esther Williams”.

En esos tiempos no había altavoces en el agua y la coreografía se tenía que memorizar sin escuchar la música. “Teníamos mejor sentido del tiempo que un reloj suizo”.

Como muchas deportistas de la época, eran chicas avanzadas a su tiempo. Totalmente amateurs, que sacaban tiempo para su “ballet acuático” entre el trabajo y los estudios.

Cuando deja la piscina, Enriqueta sigue rompiendo barreras. Otra vez una de las primeras mujeres -a menudo la única- ejerciendo de juez-árbitro en natación, water-polo, saltos y sincronizada.

Actualmente su espíritu emprendedor y también solidario la ha llevado a ser presidenta de GAMAR (Grupo de Ayuda Mutua de Alcohólicos Rehabilitados) del Centro Cívico de la Barceloneta. En GAMAR se trabaja dando servicio a personas afectadas por una adicción o situación vulnerable para mejorar su calidad de vida y ayudarles a superar esa etapa.