Durante el siglo XIX la clase alta de la sociedad catalana estaba formada por un grupo minoritario, clasista, católico y endogámico formado por empresario s, industriales, grandes propietarios, banqueros y comerciantes que dominaban y dirigían el poder político y económico del país, a lo que llamamos burguesía catalana.
En aquella época los roles de las mujeres y los hombres estaban muy diferenciados y definidos, sobre todo en lo que se refiere a esta clase social dominante. Las mujeres burguesas debían ser piadosas, religiosas, dedicarse al cuidado de la familia, ser benefactoras del hogar y estar subordinadas al marido. Eran las representantes de la afectividad, sensibilidad, delicadeza, pasividad y abnegación porque eran consideradas de carácter débil, abnegadas y débiles. Mientras que los hombres eran los que se dedicaban a los negocios ya la razón, la lógica, la reflexión y el estudio.
Estas diferencias son psicológicas y biológicas, particulares de cada género, hacía que las mujeres se mantuvieran lejos de los negocios familiares y los negocios, que eran espacios de los hombres, aunque ellas fueran propietarias del capital o hubieran recibido la herencia del padre o del marido, y normalmente delegaban la gestión de sus bienes a sus hijos, yernos, hermanos o amigos. Su espacio natural era el hogar. Muy pocas fueron las que se atrevieron a romper con estas características que se consideraban propias de su género, y se encargaban de los negocios que habían heredado.
El hecho de dedicarse, estas mujeres, a la beneficencia les proporcionaba la oportunidad de salir de casa y participar en la vida social sin levantar críticas a su persona, todo lo contrario, puesto que els daba respetabilidad, privilegio y, en ese momento, les certificaba el ascenso económico y social. Formar parte de alguna junta de caridad significa vala inclusión en el círculo de las personas más distinguidas de la ciudad.
Esta beneficencia feminizada y paternalista cubría la necesidad de las políticas públicas, ,al tiempo que les permitía un control de las clases bajas a través de la religión, la educación y la caridad. Con todo ello, se pretendía también un choque amortiguador y pacificador para que no hubiera enfrentamiento entre los trabajadores i los excesos de la patronal.
El trabajo de estas mujeres estaba regulado por la Ley de Beneficencia de 1849, que els otorgaba la función auxiliar a las juntas provinciales de beneficencia, en un principio, en la inspección de los expo- sitos de las maternidades. No parece muy claro que ellas y sus maridos aportaran dinero de su propio bolsillo, porque su máxima labor y dedicación, normalmente, era gestionar, buscar donativos y organizar el dinero que se obtenía a través de la organización de rifas, fiestas de caridad, sesiones teatrales y bailes para recoger dinero que después se invertían en actividades benéficas y caritativas.
Dorotea de Chopitea nació en la ciudad de Santiago de Chile, en 1816, en una familia aristócrata. Su padre, Pedro Nicolás de Chopitea y Aurrecoechea , fue un comerciante, de origen vasco, que emigró a América para hacer fortuna a través del comercio de mercancías y el tráfico de esclavos. Su madre fue Isabel de Villota ,hija de una de las familias acomodada chilena. En 1819, con sólo tres años, su vida dio un giro, porque toda la familia tuvo que irse de Chile porque su padre era un acérrimo partidario del rey Fernando VII y ,por tanto ,contrario a la independencia de la colonia. Los Chopitea tuvieron que escapar, a toda prisa , hasta la ciudad de Barcelona, donde se instalaron el barrio de la Ribera, concretamente, en la calle Barra de Ferro, tocando a la iglesia de Santa Maria del Mar.
Muy cerca de los Chopitea vivía otra familia de ’emigrantes chilenos, los Serra, familia de empresarios que tenían su origen ala villa de Palafrugell, que también, después de hacer las Américas , huyeron durante la guerra de la independencia chilena. El patriarca, Mariano Serra, era un industrial metalúrgico que va ser nombrado cónsul del gobierno chileno en Barcelona y va ser uno de los tres fundadores del Banco de Barcelona. La amistad entre las dos familias va culminar con la boda entre Dorotea , justo con dieciséis años, y uno de los hijos de los Serra, Josep Maria Serra y Muñoz, el 31 de octubre de 1832 en la iglesia de Santa Maria del Mar. La pareja es va establecieron en la calle de Montcada ,donde nacieron sus seis hijas y crearon su dominio en el ámbito social, político y económico en un momento crucial de crecimiento de la ciudad. En 1873, la familia se trasladó a una casa más señorial, en el nuevo Eixample de Barcelona, donde hoy en día está el Hotel Gran Via, justo al lado del Paseo de Gràcia ,donde se desplazaron viviendo con la clase dirigente del momento.
Como no podía ser menos, Dorotea de Chopitea dedicó su vida a las grandes obras benéficas por toda la ciudad de Barcelona, dejando huella en los distintos rincones en una ciudad en expansión. Dorotea se entregó, en cuerpo y alma, al compromiso social, contribuyendo a fundar hospicios, asilos, escuelas, iglesias, conventos y templo sy tantas y tantas otras instituciones que patrocina vay ayuda vacon limosnas y las caridades de particulares. En 1879, con la ayuda de diferentes congregaciones católicas, colaboró en la fundación del Hospital del Sagrat Cor y el Hospital de niños San Juan de Dios. En 1880 financió la construcción de la iglesia del Sagrat Cor, de la calle Caspe de Barcelona, propiedad de los jesuitas, y promovió, a raíz de la visita de Joan Bosco a Barcelona, la construcción de un templo en la cima del Tibidabo. En Barcelona financió la creación de las Escuelas Profesionales de Sarrià, con la primera escuela-taller de artes gráficas de la ciudad, el Colegio Salesiano de San José, con su iglesia, en Rocafort 42, y otras instituciones religiosas encaminadas a la educación y formación de jóvenes pobres.
Otras aportaciones que va hizo fue la creación del albergue de San Antonio, donde se repartía comida a todo el que fuera a buscarlo. Colaboró con la tarea caritativa de las Hermanitas de los Pobres de la calle de Borrell, y fundó el Asilo de San Rafael para chicas raquíticas, y creó escuelas para acoger a los niños de las mujeres trabajadoras. Entre 1889 y 1890 fundó colegios de los Hermanos de las Escuelas Cristianas de La Barceloneta, Poble Sec y Gràcia, escuelas que ahora llevan el nombre de La Salle.
Murió en 1871 y sus biógrafos, aparte de alabar su santidad y carácter piadoso y caritativo, dicen que se quedó sin dinero ni propiedades porque lo había utilizado todo para ayudar a los más pobres. Sus seis hijas sólo recibieron la legítima y continuaron con la tarea de su madre.
LA SALLE BARCELONETA
Dorotea de Chopitea también dejó su beneficencia en el barrio de La Barceloneta en forma de escuela, porque vio la necesidad de crear un colegio en el barrio donde, aparte de impartir la educación reglamentaria, también se diera formación cristiana a los niños y a los jóvenes. Así fue como Dorotea se puso en contacto con el hermano Justinus Marie, director de los hermanos de las Escuelas Cristianas, porque le diese autorización y pudiese construir la escuela. Los terrenos y edificios fueron concedidos en donación a los hermanos de las Escuelas Cristianas. El primer edificio fue una construcción en un solar de la calle Ginebra esquina con Balboa. Un terreno concedido por los descendientes del Marques de la Quadra, quien había destinado parte de su legado a obras de carácter benéfico social.
Los testigos nos dicen que, en principio, era un edificio muy modesto de planta baja y primer piso y que detrás tenía una gran extensión de terreno dedicada a la jardinería y al huerto. Fue inaugurado en 1871 con el nombre de Colegio de San José. Una escuela gratuita y subvencionada por la Junta de Damas seguidoras de la obra de Dorotea de Chopitea. Los hermanos iban a misa diaria a la escuela que había frente a la Salle, la de las monjas de San Juan Bosco, también construido gracias a Dorotea de Chopitea .
Durante la Semana Trágica de 1909 la escuela fue quemada parcialmente por la turba, que provocó altercados por toda la ciudad, pero no dejó de hacer su labor educadora. Durante los años 1930 hasta 1933, siendo director el hermano Lluís Albert, sabemos que había cuatro clases de niños gestionadas por cinco hermanos. Se hacían seis horas de clase diarias y cuatro horas y media semanales de catequesis, se rezaba el rosario a diario y se acompañaba a los alumnos a la misa del Domingo.
La escuela de San José, a principios del estallido de la Guerra Civil en 1936, se volvió a quemar, y no abrió las puertas hasta el 2 de Octubre de 1957. Se sabe que el que fue director durante la República, el hermano Lluís Albert y el hermano Pamplona, fueron fusilados en otras poblaciones donde habían sido destinados tras el incendio .
El día 5 de Abril de 1956 el consejo del distrito se propuso solicitar, al Consejo del Régimen en Roma, la aprobación definitiva de la construcción y apertura, ya con el nombre de La Salle Barceloneta, de la construcción de un nuevo edificio mayor que el anterior y con mayor capacidad de alumnos, que es lo que conocemos ahora. En esta petición intervino el Arzobispo Gregorio Modrego Casaus , antiguos alumnos del Colegio de San José y dirigentes y empresario sdel barrio.
Las obras empezaron el 15 de Mayo de 1957 y se inauguró el 2 de Octubre de 1957. Y es así como se volvió a inaugurar la escuela con 245 alumnos nuevos, 3 hermanos y 2 profesores seglares. Al año siguiente abrieron cinco aulas de enseñanza de primaria, los cursos de formación profesional: tres de oficialía y dos de maestría en la especialidad de tornero, ajustador y electricista. También funcionó un taller de carpintería y uno de imprenta. Durante estos primeros años el Hermano Adrià Trescents fue el director, durante nueve años.
En 1962 se dio permiso para ampliar el edificio y el 1963 empezaron las obras de ampliación, con la construcción de cuatro clases más, una sala para los profesores seglares, un laboratorio, una sala para antiguos alumnos y un bar. Esta ampliación dio la creación de cinco grados de Enseñanza de Primaria, dos de Iniciación Profesional y cuatro de Bachillerato diurno. En el nocturno se impartían cuatro de Bachillerato, tres de oficialía en las especialidades de tornero, mecánico, ajustador y electricista.
En los años 80, con el cambio de un nuevo modelo de enseñanza, se impartiró la EGB y el BUP y fue obligatoria la educación mixta, permitiendo que se matriculasen las primeras niñas. En estos años, la Formación profesional de primer grado tuvo secciones de electricidad, delineante, electrónica y automoción, siendo estas últimas impartidas de segundo grado en la modalidad de nocturno.
Actualmente, La Salle Barceloneta cuenta con unos 580 alumnos, 47 trabajadores entre docentes y personal de administración y servicios y un Hermano. En ella se imparten diferentes modalidades de Bachillerato y Grados Profesionales, tanto de grado medio como superior.
La Escuela de los Hermanos de la Salle siempre ha tenido una importancia directa a en la vida social de La Barceloneta, siendo una de las escuelas más representativas, no sólo por sus actividades educativas, sino también en la importante participación en el ámbito vecinal. Hay que recordar el teatro, las fiestas populares que se celebraban en el patio, el concurso de belenes, las Caramelles, las excursiones culturales por padres y alumnos, el movimiento scout y todas las actividades que ayudaban a la cohesión social y vecinal. También cabe destacar la importancia que ha tenido el deporte con el balonmano, el fútbol sala y el baloncesto.