Rafael Bustos

Contramaestre de Marina Port Vell Barcelona

Tras más de 30 años de experiencia en el mar, primero en el ejército y luego como marinero en Marina Port Vell Barcelona, Rafael Bustos es una de las figuras clave que hace posible la excelencia en el servicio que ofrece esta infraestructura referente para las grandes esloras, situada en el icónico barrio de La Barceloneta.

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¿Cuándo entraste a trabajar en Marina Port Vell Barcelona? 

Eran las navidades de 1994 y la marina necesitaba un marinero de guardia nocturno. Así empezó mi historia vinculada a esta infraestructura que ahora es ya mi casa. Yo tenía 22 años. 

¿Cómo recuerdas tu primera experiencia en la marina? 

Entré con mucha ilusión. Yo venía del ejército de pasar unos años como buzo de la armada y para mí fue una gran oportunidad. Tengo muy buenos recuerdos de cuándo empecé y acumulo muchas vivencias en mis espaldas, tanto buenas como no tan buenas. De todo se aprende y si pones en la balanza el resultado es positivo. Puedo decir que trabajo de lo que me gusta. 

¿Qué ha supuesto para ti trabajar en una infraestructura como Marina Port Vell Barcelona?

A nivel personal supone el orgullo de ser el contramaestre de uno de los puertos referentes en el Mediterráneo. Me siento como si estuviera en el Barça y eso me brinda una gran satisfacción. He llegado donde siempre había soñado y estoy en una empresa en la que me siento útil y en la que somos una familia. Trabajamos en unos estándares de calidad del servicio muy altos y eso genera una gran motivación. 

¿Qué crees que aporta la marina a la ciudad de Barcelona y, más concretamente, al barrio de La Barceloneta? 

Las tripulaciones de los barcos que recalan en la marina pasan el invierno aquí y no cambian Barcelona por ningún otro destino en el mundo. Valoran que Marina Port Vell les ofrece estar en el centro de una gran ciudad, con ambiente a solo unos minutos durante los siete días de la semana. Son grandes tripulaciones que consumen en las tiendas del barrio e incluso alquilan pisos en la zona en caso de estancias más largas. Al final todo esto es una contribución económica para la ciudad y el barrio.  Sin olvidar la cercanía al astillero MB92 que permite disponer de recambios y piezas para las embarcaciones en 24 horas. 

Tu padre ya trabajó aquí, ¿verdad? ¿Cómo fue vivir el oficio desde pequeño? 

El mar ha formado parte de mi vida desde bien pequeño. Mi padre entró a trabajar en la marina en el año 1992, pero mi abuelo ya trabajaba en el mar, siendo marino mercante y sus hermanos eran militares y alférez de navío. En definitiva, la labor de marinero es un mundo que he vivido de primera mano. 

¿Cuáles son exactamente tus funciones? 

Las funciones que desempeño en la marina son la coordinación del equipo de marinería y de buceo. Desde la limpieza de los muelles, el papeleo, la coordinación de los equipos de trabajo, el asegurar la seguridad y salud de los empleados, etc. Una de las áreas que destacaría de mi trabajo es la del buceo. Hablamos de la manutención de las instalaciones (grilletes, cabos, cadenas, trenes de fondeo, etc) para evitar desgastes que pueden incurrir en riesgos, ya que descuidarlo podría provocar que un barco se pudiera chocar con el muelle. 

¿Ha cambiado tu trabajo a lo largo de los años?

La marina cuando empezó estaba diseñada para acoger embarcaciones de 35 o 40 metros, con 485 amarres todos llenos de pequeños yates. Además, en aquella época vivía mucha gente en la marina todo el año y era como un pueblo. No obstante, la evolución natural del sector ha propiciado un aumento de las esloras y la marina se ha adaptado a estas exigencias. Actualmente somos de los pocos puertos capaces de acoger embarcaciones de hasta 190 metros de eslora.  Este aumento de las esloras ha supuesto un cambio en las labores de marinería porque requiere más conocimiento y nuevos requerimientos como, por ejemplo, las conexiones eléctricas. Antes lo podíamos hacer con un enchufe doméstico y ahora hablamos de potencias muy elevadas que requieren de personal formado específicamente para ello. 

Cuéntanos alguna vivencia que para ti haya sido especial, a lo largo de tu trayectoria profesional en la marina. 

Recuerdo como un gran reto las ferias y salones que se suceden en la marina. Tuve la oportunidad de trabajar en el primer Salón Náutico flotante que se celebró en Barcelona y cada una de sus ediciones nos ha aportado grandes vivencias. También destacaría el MYBA, que nos ha enseñado que nada es imposible y que donde parece que no caben más embarcaciones, finalmente lo conseguimos. Todos los eventos me los tomo como un gran aprendizaje.