Compartimos nuestros microorganismos

Poder conocer los microorganismos que habitan el cuerpo humano y que no podemos ver a simple vista, ha sido uno de los objetivos clave para la ciencia y el que motiva las investigaciones de Mireia Vallès Colomer. Ella, dirige el grupo de investigación del microbioma en el Departamento de Medicina y Ciencias de la Vida de la Universidad Pompeu Fabra.

El microbioma representa un mundo microscópico a medida para cada uno de nosotros. Tenemos un microbioma específico en la piel, en la cavidad bucal o la vagina con microorganismos como bacterias, hongos y virus. Mireia y su equipo se enfocan en conocer las bacterias intestinales porque son las más importantes en número.

La búsqueda de Mireia se centra en entender la relación entre la microbiota intestinal y la salud mental. Por ejemplo, muchas personas con ansiedad tienen problemas digestivos, por lo que es importante considerar la alimentación.

 

Compartimos muchas bacterias con la gente con la que estamos.

También estudian cómo las bacterias se transmiten entre personas, es decir, cómo influyen nuestras interacciones sociales en la composición de nuestro microbioma. Toda esta información la integran utilizando herramientas bioinformáticas.

La conclusión es que con la gente con la que cohabitamos compartimos muchas bacterias y cuanto más estrecho sea el contacto, más bacterias tenemos en común.

Todos recibimos el primer inóculo de bacterias de nuestras madres cuando nacemos, pero existen diferencias en función de si nacimos en un parto vaginal o por cesárea. A menudo, se relaciona que las personas que nacen por cesárea tienen más alergias. Y es que los microorganismos que nos inocula a nuestra madre nos ayudan a desarrollar el sistema inmunitario.

Nuestro microbioma evoluciona con la edad. A medida que vamos creciendo nuestro microbioma sigue cambiando según nuestra dieta, estado de salud y estilo de vida, y también por las personas con las que nos relacionamos.

Las investigaciones de la joven bioinformática y su equipo son importantes para seguir desarrollando con mucho detalle la biología de nuestro cuerpo. Y una herramienta esencial ha sido la bioinformática para entender qué bacterias son, cómo funcionan y cómo interactúan con diferentes moléculas dentro de nuestro intestino con nuestro cerebro.

Con todo ello, Mireia concluye que “es fundamental continuar y perfeccionar las técnicas computacionales para describir nuevas bacterias y sus funciones, así como seguir describiendo la transmisión de este microbioma entre personas y cómo todo esto afecta a nuestra salud mental.

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