La huella en la Barceloneta y el Hospital del Mar
Cuando se cumplen cinco años de la pandemia de la COVID-19, el Doctor Robert Güerri nos narra en primera persona sus vivencias y reflexiones sobre esta experiencia que cambió a todos la vida.
El Doctor es Jefe de Medicina Interna del Hospital del Mar, investigador del Grupo de investigación en patología infecciosa y antimicrobiana del Instituto Hospital del Mar de Investigación Médicas. Sin duda, vale la pena leer su relato.
La pandemia de la COVID-19 marcó un antes y un después en nuestra historia. No sólo a nivel mundial, sino también a nivel de nuestra ciudad, nuestro barrio, Barceloneta y, evidentemente, su hospital. En el hospital del Mar la vida de todos los profesionales que formamos parte nos cambió. Cinco años después del inicio de la crisis sanitaria, recordamos esos días con una mezcla de emociones: incertidumbre, agotamiento, pero también vocación y gran compromiso.
Los primeros meses de la pandemia fueron una auténtica turbación. En cuestión de días, transformamos espacios del hospital para poder atender el alud de pacientes que llegaban con insuficiencia respiratoria severa. Se cambió radicalmente la estructura del hospital, se multiplicaron las camas de la UCI, se reorganizaron los servicios y todos los profesionales nos volcamos en la asistencia, independientemente de nuestra especialidad de origen. El hospital se transformó en una inmensa unidad COVID en la que los equipos que trabajaban sin descanso en la primera línea de lucha contra el SARS-CoV-2.
Uno de los recuerdos más impactantes de esos días fue la incertidumbre absoluta. No teníamos un tratamiento claro, los protocolos cambiaban constantemente y, sobre todo, la carencia de recursos era una batalla diaria.
Como infectólogos pensábamos que esto podía ocurrir. Había momentos parecidos a la historia que guardaban grandes similitudes con lo que estaba pasando. Pero como médicos y ciudadanos, pensábamos que esto nunca nos llegaría. Nos equivocamos. Nos tuvimos que enfrentar a la presión constante de una situación que nunca habríamos imaginado, a la angustia de no saber cuántos pacientes más llegarían cada día. Pero, sin embargo, el compromiso de los equipos sanitarios nunca desfalleció. Todo el personal del hospital se unió sin importar especialidad, grupo profesional o situación. Todo el mundo sumó esfuerzos para dar lo mejor de nosotros mismos en el peor de los escenarios.
El impacto emocional de la pandemia también dejó una impronta profunda. La soledad de los pacientes, la imposibilidad de que sus familias pudieran acompañarles y las despedidas a través de pantallas fueron algunas de las experiencias más duras que vivimos. Sin embargo, de esa crisis también surgieron aprendizajes y cambios positivos. La telemedicina y la ecografía pulmonar pasaron a formar parte del día a día, y la capacidad de reorganización y adaptación del sistema sanitario quedó demostrada de forma contundente.
A nivel colectivo, la pandemia nos recordó la importancia del trabajo en equipo y de la capacidad de respuesta frente a una crisis sanitaria global. Nos enseñó que la sanidad es un pilar fundamental que debe ser protegido y fortalecido. Y, aunque con el tiempo los aplausos se apagaron y la normalidad volvió a nuestras vidas, en el hospital seguimos llevando con nosotros el aprendizaje de esos días.
Hoy, cinco años después, la COVID-19 todavía está presente, pero es evidente que ha cambiado. Hemos avanzado en vacunas, tratamientos y estrategias de prevención. Pero lo importante es que hemos crecido como profesionales y como institución. La pandemia nos marcó, sin duda alguna, pero también nos hizo más fuertes, más solidarios y más conscientes de la importancia de nuestro trabajo. Que esta experiencia nos sirva para seguir mejorando y recordar siempre la dedicación y entrega que definieron aquellos días en el Hospital del Mar