Somos de mar

Nacida del mar. Rodeada de mar. Con olor a mar. La Barceloneta es mar.

Podría haberse levantado en la costa como hacen todas las poblaciones marineras, pero se empecinó en nacer mar adentro, en terrenos robados al Mediterráneo.

Después fue el mar el que trajo a muchos de sus vecinos. Esos viajeros que se quedaban aquí tras desembarcar procedentes de otras latitudes, o esos otros que encontraban aquí su hogar para trabajar en actividades marítimas: en la pesca, en el puerto o en los astilleros.

Seguramente por eso aquí al Hospital le apellidaron del Mar, o a la Escuela más singular por innovadora inaugurada en nuestra playa la llamaron también del Mar.

Sabemos a mar. A zarzuela, a paella, a unas anchoítas o una ración de musclos. Platos marineros que comíamos en aquellos merendero a pie de playa o en la barra de nuestras taberna.

El mar ha sido hasta nuestro patio de juego. Nadando, jugando a waterpolo, a takatá en la playa, en un patín de vela o simplemente tomando el sol.

Mira si somos de mar, que muchos hasta fuimos concebidos con el ruido de las olas de fondo y la humedad del mar.  En el Rompeolas, por supuesto.