Vicens Forner

Ser más del Barrio que tú es imposible.

Cinco generaciones de mi familia por parte de madre -a excepción de mis bisabuelos- que llegaron desde Peñíscola a medios 1800, hemos nacido, vivido y trabajado en este barrio, dedicándonos desde siempre a la pesca.

Como buen chaval del barrio, mal estudiante pero con una curiosidad exagerada.

Durante mi infancia, fui un niño hiperactivo, creo que todavía lo soy. Siempre he sentido una gran curiosidad por todo el que ocurre a mi alrededor. Tengo una enorme capacidad para aprender, pero soy incapaz de hacerlo a través del esfuerzo de los profesores que se obstinan a enseñarme. Mis educadores suspendieron en su obstinación a convertirme en un hombre de provecho. Pobres fracasados. Acabé el bachillerato copiando, -entonces era costumbre entre los más espabilados del barrio- y me puse a trabajar al taller -se me daban bien los trabajos manuales- y empecé a estudiar maestría industrial -nocturna- en La Salle.

40 años de forjador.

En mi caso me tocó seguir el oficio paterno, forjador, -Herrería de Ribera-. Mi trabajo consistía a hacer reparación y mantenimiento de todo tipo de embarcaciones: barcas de pesca, embarcaciones de recreo, yates, trabajos en mercantes, consignatarios, y también programas de I+D para el instituto de Ciencias del Mar. Mi empresa se decía “Forner Oceànic”.
Al margen de los trabajos que me proporcionaban el mantenimiento, realizaba otras actividades ligadas a mi oficio que, si bien no me producían beneficios, satisfacían mis ansias artísticas, y me permitían dar curso a mi creatividad.
La escultura en hierro fue mi primer paso, aprendí el arte de la forja de la mano de Juan Cortes Trijero, gitano, pescador andaluz de Castell de Hierro, que trabajó al taller durante 20 años todas las mañanas combinándolo con la pesca nocturna de aro. Una persona inolvidable para mí. Familia de «quincalleros» gitanos -Quinquis-. De él aprendí a forjar el hierro y a respetar al colectivo. Era analfabeto pero un pozo de sabiduría. Me demostró a través de mil refranes, que “Intelectual” no es sinónimo de “inteligente”.

Siempre con inquietudes creativas.

Cómo te he comentado -siempre combinándolo con mi trabajo- empecé con las esculturas en hierro, más tarde me construí un velero de fibra de vidrio de 8 metros de eslora. Tardé 2 años y durante 3 años navegué con él, después lo vendí.
El 1990 el Ayuntamiento me expropió el taller para construir una plaza y me puse a trabajar al Faro. Dirigía la sección de metalurgia enseñando a chavales de entre 16 y 22 años con problemas de adaptación social. Al principio fue llevar, pero despacio resultó muy gratificante. Allí aprendí mucho de sobre la condición humana y la injusticia social. También descubrí que mi incapacidad de aprender la superaba con creces mi habilidad para enseñar.

Escritor y fotógrafo.

Desde siempre fui aficionado a los relatos y a la fotografía. Mis actividades profesionales, siempre dentro del puerto, me permitían hacer reportajes sobre los trabajos de los astilleros, remolcadores, prácticos, etc. En aquellos días tenía una LeicaM6. El 1998 realicé una serie de fotografías de un accidente ocurrido en el Moll de Cataluña en el cual un mercante hundió varios barcos. Fue mi primera publicación a la prensa, siente portada en El País, La Vanguardia, y El Periódico. Entré en el mundo del fotoperiodismo por la puerta grande.
A partir de este momento, empujado por la vanidad, la fotografía se convirtió en una de mis prioridades. Monté un estudio ante la Plaza de Mar, y un pequeño laboratorio de revelado en blanco y negro.
Mi afición de escribir relatos viene de mi adicción a la lectura desde niño. Primero con los cómicos, después hice el salto a los relatos novelados, y hasta el día de hoy no he podido dejarlo. Soy adicto. Leer y escribir se ha convertido en una obsesión contra la cual he perdido todas las batallas.

El secreto es ver el que otros no vemos, después solo tienes que plasmarlo con una foto, con un escrito.

El año 2000 un cáncer me incapacitó para continuar trabajando la forja, a partir de entonces me dediqué solo a escribir y fotografiar. Me convertí en una especie de cronista del barrio. De vez en cuando publicaba, en El Periódico, El País o La Vanguardia, como freelance. Hice buenos amigos en el mundo de la prensa, que lo continúan siendo hoy en día.
Cuando estás luchando contra la enfermedad estás limitado para cualquier actividad. En mi caso, la quimioterapia solo me permitía pasear por las calles, por la playa, también por el puerto, y observar a las personas. Me volví curioso, y aprendí a escuchar la gente y sobre todo a cuestionar, a buscar respuestas y encontrar el modo de cambiar las cosas, aportando mi grano de arena para ayudar a construir, entre todos, un barrio mejor y más justo.
El 2016, por esta labor, me fue concedida la medalla de honor de la ciudad de Barcelona. Por unanimidad, todos los partidos acordaron que era merecedor de este galardón. Al principio, cuando me lo comunicaron pensé que se trataba de una broma. Fue la primera vez en toda mi vida en la cual recibí un homenaje y fue la alcaldesa Ada Colau la encargada de colgarme la medalla.

Tú el que eres es un pillo de barrio descarado que no se conforma con la mera observación. Osas hacer volar la imaginación sobre el observado sin pedir permiso.

A veces me tomo esta libertad. Es peligroso fotografiar o escribir sobre la gente del barrio sin pedir permiso. La Barceloneta es mi casa, la gente me conoce, y ha aceptado que soy el fotógrafo del barrio. Regalo muchas fotos a los vecinos, y cubro todos los actos y fiestas tradicionales -que no son pocas-, nunca cobro nada, mis vecinos son mis amigos. Cada año hago un calendario de 15 páginas gratuito que las farmacias reparten entre los clientes del vecindario, todo el mundo tiene su calendario de imágenes del barrio del año en curso. Es un trabajo que me cuesta dinero, y esfuerzo, pero el haya muy a gusto. La gente me lo agradece y yo estoy orgulloso de este reconocimiento.
Desde esta revista damos fe de tu colaboración tan altruista como valiosa para nosotros.

Tienes numerosas portadas de prensa en las cuales muestras en que se ha convertido el barrio. Es más denuncia o nostalgia?

No puede ser nostalgia, no pienso en el pasado. Después de pasar dos veces por el cáncer, dos infartos y un ictus, solo me preocupa el presente, lo vivo rabiosamente día a día y, como comprenderás, ni me planteo el futuro.

Siempre comprometido con tu entorno, con tu gente.

A muerte con mis vecinos hasta donde haga falta. La Barceloneta desde hace años está en lucha por su supervivencia. Todos aquí tenemos un objetivo común: conservar el respeto que nos hemos ganado durante todos estos años de sudor y lucha contra las injusticias y el desprecio por parte de las instituciones.
Hubo un tiempo en el cual la ciudad nos miraba con desprecio. La fama de barrio viejo, violento, peligroso, sucio, ruidoso, habitado por mala gente nos mantenía aislados de la grande Barcelona. Esta mala fama nos favoreció. Durante años nos dejaron tranquilos. Hoy todo el mundo tiene los ojos puestos en este rincón de una ciudad que acaba de descubrir el mar, la buena comida y la amabilidad de sus gentes. Es un barrio para residir, y por este motivo está en el punto de mira de los especuladores, inmobiliarias y pijas progres, hambrientos de afecto, -sobre todo extranjeros- a los cuales no los importa pagar alquileres desorbitados para residir aquí.

A este paso dejará de ser tu barrio.

La Barceloneta siempre será mi barrio, la llevo dentro de igual que todos los vecinos nacidos aquí, y también los que han ido llegando de todas partes del mundo y se han integrado en este pequeño universo de calles estrechas entre el puerto y la playa. Un barrio que se ganó el sobrenombre de La Ostia por motivos que todos le reconocemos. No hay duda que la Barceloneta ha cambiado, también sus gentes -inmigrantes todos-. En sus 270 años de existencia no ha parado de evolucionar. A muchos entes molestan estos cambios, a otros no tanto, pero queda claro que la ciudad avanza hacia un futuro en el cual no tendremos cabida si nos quedamos atrás.

Pues habrá que avanzar.

La Barceloneta es un Barrio que enamora. Los nativos, por supuesto, defenderíamos nuestro barrio con la vida si fuera necesario. Pero qué tiene este barrio que hace que los visitantes se sientan atraídos por esta pequeña parcela conquistada en el mar? Tal vez encuentran aquí el que en su lugar de procedencia se ha perdido. Valores como la solidaridad vecinal, estar pendientes de los problemas de tu comunidad, la comunicación. Aquí todavía puedes sentarte a la terraza de un bar y acabar compartiendo conversación con las mesas adyacentes como si te conocieran de toda la vida. Es una sensación que nunca estarás solo y que, con el tiempo, al referirse a tú dirán “es del barrio”, no importa la procedencia, el idioma, ni el poder adquisitivo. Así es este barrio.

Cómo dijo Francisco Umbral, quieres hablar de tu libro?

El 2011 empecé a escribir un libro sobre la historia de mi barrio, la Barceloneta. Hablo de su trayectoria, la de sus habitantes, carácter, procedencia, costumbres, historias entrañables, anécdotas, sucesos relevantes, y personajes eternos que perduran en nuestra memoria. El 2013 lo publiqué y fue un gran éxito. Hice 4 ediciones, lo vendieron a la librería Negra y Criminal de Montse y Paco Camarasa -que me animaron en su publicación- y también a La Garba.
No permití que se vendiera fuera del barrio a pesar de los pedidos que me hacían otras librerías de Barcelona. Eran historias nuestras, y siempre he creído que no le importan a nadie mes. Solo la gente de La Ostia puede entenderlas. Tengo que decir que la escritura de mi libro me dio momentos de felicidad que no se han repetido desde su publicación. El libro es una recopilación de historias cargadas de ironía que los nativos conocen por haberlas vivido y en los visitantes los costará creer que no son ciencia ficción.

Y tu querido Diario de la Barceloneta.

Unos años antes había contactado con Ester Marín, propietaria del Diario de la Barceloneta, le ofrecí mi colaboración y aceptó encantada. El Diario era una publicación mensual de las noticias más relevantes acontecidas en nuestro barrio. Durante unos años disfruté publicando fotografías, artículos de opinión y noticias. Ester era una persona comprometida con la labor de informar los vecinos. Pero el Diari de la Barceloneta tenía un defecto muy grande: que su directora, a pesar de mis consejos, se negó a corregir. Era un diario imparcial, que no se dejaba influenciar, y menos incluso presionar por nadie, y esto a la prensa se paga caro. Después de 20 años de publicaciones mensuales ininterrumpidas, el Diari de la Barceloneta desapareció a causa de las maquinaciones de los poderes tácticos de nuestro barrio en conchabanza con algunas plataformas vecinales.

Un mensaje.

Le digo a los vecinos de este barrio maravilloso que la Barceloneta no solo es un barrio, es “una idea” y las ideas no se pueden matar. Seguirá aquí de hoy en 100 años. Y como somos un barrio marinero, en lugar de un mensaje, lanzaremos un aviso para navegantes: incívicos pisos turísticos especuladores, La Barceloneta no está en venta.
Así que buen viento y barca nueva.

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